jueves, 13 de octubre de 2011

El PESIMO Y ASESINO accionar de la CNU

En el juicio por el Circuito Camps reapareció el nombre del policía Julio César Garachico, pieza clave en la liberación de zonas para el accionar de la CNU.
El lunes pasado, cuando declaró como acusado en la causa por el circuito Camps, el represor y genocida Carlos García (a) El Oso aportó, quizás involuntariamente, una información clave para demostrar la articulación de la patota de la Concentración Nacional Universitaria (CNU), capitaneada por Carlos Ernesto Castillo (a) El Indio, con el aparato represivo ilegal antes y después del golpe del 24 de marzo de 1976. En su declaración ante el tribunal presidido por el juez Carlos Rozanski, el ex policía negó haber integrado un grupo de tareas parapolicial pero aseguró que “había una patota, la patota de Garachico”, que funcionaba desde la Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Como publicó Miradas al Sur el 19 de junio pasado, el oficial principal Julio César Garachico fue, desde fines de 1974, una pieza fundamental para el accionar de la patota de la CNU en La Plata. Bajo las órdenes del jefe de la Unidad Regional, comisario Carlos Alberto Masulli, Garachico y el suboficial mayor Juan Bilardo tenían la misión de coordinar blancos y liberar las zonas en las que operaba la banda. Aunque los autores de esta investigación no han podido comprobar hasta ahora que Garachico y Bilardo hayan participado personalmente de los secuestros y asesinatos cometidos por la banda –como sí lo hicieron los policías Alfredo Lozano (a) Boxer, Vicente Ernesto Álvarez y Roberto Antonio Storni–, sí han reunido información suficiente sobre su papel en la liberación de zonas, incluso para que cometieran delitos comunes, y sobre el grado de intimidad que el entonces oficial principal de la bonaerense tenía con Castillo y sus secuaces. “El Gordo Garachico iba seguido a la quinta que El Indio había alquilado en la calle 4 entre 76 y 77. Iba para arreglar las operaciones pero también a conversar. El Gordo y El Indio se llevaban bien, tanto que cuando El Indio se casó y armó un asado monumental en la quinta, con una res que habíamos robado el día anterior, se pasó todo el día ahí. No me lo voy a olvidar nunca, porque El Gordo no paraba de comer y nosotros lo jodíamos con que iba a reventar”, recordó para Miradas al Sur uno de los integrantes de la patota.
Después del golpe del 24 de marzo, El Gordo Garachico siguió liberando zonas para la banda hasta que el jefe del Área Operativa 113, coronel Roque Carlos Presti, decidió que la manera en que El Indio conducía la patota –muchas veces por la libre– no era conveniente para el plan sistemático de represión ilegal. Luego de varias advertencias a la CNU para que se disciplinara, Presti decidió finalmente detener a la mayoría de los miembros del grupo de tareas. Lo hizo el 29 de abril de 1976 mediante una cama tendida por el propio Garachico mientras El Indio y sus secuaces intentaban secuestrar a Juan Carlos el Vaca Arias, un militante de la Alianza de la Juventud Peronista (AJP) en una zona liberada. Arias estuvo desaparecido más de seis meses, en tanto que los miembros de la patota fueron acusados de delitos comunes para que no fueran identificados como piezas del accionar del terrorismo de Estado. Por orden de la superioridad Garachico quedó a cargo de allanar sus viviendas –incluida la quinta de la calle 4– y de la instrucción policial de la causa.
A partir de ahí, la carrera de Garachico en el aparato terrorista del Estado fue vertiginosa. En 1977 se integró a la temible Dirección de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (Dipba). La fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, Chicha Mariani, lo acusó de ser uno de los asesinos de su nuera, Diana Teruggi,y del secuestro de su nieta, Clara Anahí. También fue señalado por Jorge Julio López como uno de los “picaneadores” bajo las órdenes de Miguel Etchecolatz.
Terminada la dictadura, retirado como comisario y con el botín de guerra obtenido, Garachico se afincó en Puerto Madryn, donde gerenció una cadena de casinos hasta 2006, cuando fue descubierto luego del segundo secuestro de López. Desde entonces, su paradero es desconocido. Hasta la fecha, el juez Arnaldo Corazza no ha ordenado su detención ni siquiera lo ha citado a declarar. Ni por la segunda desaparición de López ni por su participación en el accionar de la CNU.
http://sur.elargentino.com/notas/la-continuidad-del-terror

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