lunes, 5 de diciembre de 2011

MACRI NO INFORMÓ NADA, Los damnificados de Bartolomé Mitre 1232 no saben cuándo cobrarán las indemnizaciones


El 4 de noviembre a las 19:50, a todos ellos le cambió la vida. Con el derrumbe –en el que murió su vecino Isidoro Madueña– se les fue gran parte de lo que tenían, y el futuro sigue siendo una incógnita. Como si ya fueran una gran familia, 14 de los propietarios del edificio de calle Bartolomé Mitre 1232, que se vino abajo hace ya un mes, se reunieron frente a lo que queda del inmueble y contaron a Tiempo Argentino la incertidumbre que sienten, porque aún no se instrumentó la ley de indemnización, porque los que tienen su hogar en pie no pueden entrar a retirar sus pertenencias y ahorros, y porque aún no se sabe si lo que queda será o no demolido. Mientras tanto, el lugar se convirtió en una “atracción” para transeúntes que se sacan fotos frente al “edificio que se derrumbó”.
NAVIDAD. Mónica Nizzardo se transformó en una de las damnificadas más conocidas al haber escriturado su departamento B del 9º piso 15 días antes del colapso. Fue la primera querellante y quien más incentiva a sus vecinos a unificar las demandas y “actuar en conjunto”, como hicieron al entregar un petitorio en la Legislatura. “La ley fue aprobada el 17 de noviembre y estamos esperando que se promulgue. Se cumplió un mes y todavía estamos en la misma, sin nada concreto. Yo señé un departamento y no me aseguraban que pagaban este mes, por eso pedimos un cronograma. Dijeron que no pasaba de enero, así que estamos con esa promesa”, cuenta.
Para Navidad, ya se pusieron todos de acuerdo: armarán la mesa frente al inmueble de Mitre al 1200. “Queremos mostrar que seguimos juntos y sin casa. Vamos a invitar a Macri a que venga”, comenta Mónica sin muchas esperanzas de que el agasajado acepte la invitación.
Diego Remón, del 5º A, es uno de los tantos que no puede ingresar a buscar sus pertenencias del departamento que su abuelo compró hace más de 40 años. “Se complica conseguir un nuevo lugar por el contrato de alquiler, o el tema de la comisión inmobiliaria”, reflexiona desde la calle, mirando la ventana del que hasta hace 30 días era su hogar. “Paso y siento mucha tristeza. Hoy no podemos entrar, pero al menos me pongo contento cuando llueve porque riega las plantas. Las sigo viendo desde acá.”
Ciro Bader, de 26 años, era propietario del 9º C hacía un año. “El panorama es complicado y diverso: algunos estamos en casa de familias, otros en hoteles o en casa de amigos”, dice, y recuerda aquella tarde: “A mí me tocaron timbre, diciendo que había problemas en la obra de al lado. Tardé 40 minutos en bajar, y a los diez minutos se cayó. No habíamos visto rajaduras previas; cuando estaban las maquinas excavando, el edificio temblaba todo, y a uno le daba que pensar, pero nunca te ibas a imaginar que se caía el edificio”. Esa noche se quedó en la casa de su novia, y hoy alterna entre la casa de sus padres en el Conurbano y lo de unos amigos: “Soy medio como un nómade. Cambiaron los recorridos cotidianos completamente, me voy quedando según las necesidades que tenga, es la única forma de ir llevándola.” Para Ciro, el gobierno de la Ciudad “en ningún momento asume daño y perjuicio porque sería hacerse cargo de que son responsables, y me imagino que, por ende, la suma a pagar sería mucho más”.

“RECUERDOS QUE EL DINERO NO SUSTITUYE”. Sobre la vereda de Mitre al 1200, de espalda a sus hogares perdidos, resuenan las vivencias de los vecinos.
De sus 75 años, Elsa Elena Mariño vivió 48 en el 3º C. “Siento angustia. Veo como que no hay nada, sinceramente. Yo creo que este edificio mucha seguridad ya no tiene”, explica. Néstor Jenuario Alustiza llevaba 26 en el 9º A, y se lamenta: “Tengo todo ahí, colecciones de jazz de estos 60 años, desde los orígenes: Charlie Parker, Dizzy Gillespie, toda la historia.”
Carlos Vaca, del 1° B, para en la casa de sus padres, en el Gran Buenos Aires. “Yo me movía por acá, todos los mediodías paso. Uno siente impotencia porque por culpa nuestra no se cayó el edificio, se cayó por culpa del gobierno porteño y de la empresa que no hizo bien el trabajo”, denuncia, y agrega: “Perdí cosas materiales, máquinas, fotos de mis nietos, que ahora no tengo adónde llevarlos”. Lautaro Díaz, del 8º B, se aflige “por las fotos, recuerdos y cosas que no hay dinero que las sustituya. Mi hermana bajó y a los 15 minutos se derrumbó, se salvó de milagro”.
Rosalía Vodanovich compartía oficinas del estudio jurídico del 1º A con su padre. Hoy no pueden trabajar. “Teníamos el departamento desde 1957, cuando lo compró mi abuelo. Hay mucha vida ahí adentro.” Y resalta la figura de Oscar Palacios, el encargado: “Él hizo la evacuación, tocando los timbres, avisando del peligro que se venía.”
Ignacio López Dufour, que compró su departamento del 3º A hace 38 años, reflexiona: “Uno asocia esta imagen a la del 11 de Septiembre. Este es nuestro 11-S, con más felicidad porque allá no quedó más que el polvo, y acá quedó una estructura que permite ver todavía los fundamentos de la edificación, las vigas, los hierros en ángulo, creo que fue uno de los últimos edificios construidos con esta técnica. Y con detalles que ya no se repitieron: con tres departamentos por piso, había dos ascensores, un montamuebles, escaleras de mármol y calefacción a vapor”.

“NINGUNA OBRA AL LADO”. “La cuadra se había venido un poco abajo. En sus comienzos era muy animada, había tiendas famosas. Pero en los últimos tiempos se fue transformando en una zona más oficinesca, y es un peligro que en un lugar con edificaciones antiguas haya este tipo de iniciativas, un edificio de 14 pisos con tres subsuelos, sin tener en cuenta la antigüedad de los edificios vecinos”, comenta Ignacio, y recuerda a Isidoro Madueña, que era su compañero de piso y fue hallado una semana más tarde entre los escombros, sin vida: “Su departamento tenía una verja de hierro, y detrás estaba la puerta, así que no sé si quedó encerrado por esa razón. Los primeros días siguieron derrumbando el edificio, sin buscarlo desesperadamente.”
Pamela y Leandro San Sebastián, pareja del 10º C, fueron de los primeros en autoevacuarse ante el aviso del encargado, que también habitaba en ese piso. Habían escriturado en septiembre pasado, “justo el martes 13”, recuerda sonriendo Pamela, abogada, y agrega: “Ya nos mudamos a un lugar a ocho cuadras, queríamos que fuera por acá. Lo primero que hicimos fue ver que estuviera todo edificado alrededor, que no haya ninguna obra al lado, y que no sea un piso tan alto. Al décimo ya no queremos volver.” <
Un talud de escombros
Había pasado una semana del derrumbe cuando el gobierno de la Ciudad decidió suspender definitivamente cualquier tarea a la espera de un peritaje final que indique qué se debe hacer, aunque para el Ejecutivo porteño “no existe peligro de caída inminente”.
El subsecretario de Emergencias de la Ciudad, Néstor Nicolás, afirmó a Tiempo Argentino: “Le vamos a encomendar a la Facultad de Ingeniería un peritaje para reunir todos elementos y tomar la decisión más conveniente, que deberá ser aprobado por la justicia. El edificio perdió todos los servicios y habría que reparar su estructura. Lo más lógico sería demolerlo. En Emergencias vimos que está estable, pero no puede estar así indefinidamente”. Sobre la presencia de los escombros en el predio lindero, Nicolás explicó que aún no fueron removidos porque “hacen de talud al edificio de calle libertad 70 (que también fue afectado); ese edificio va a ser reparado por la Ciudad en cuanto la justicia así lo permita, estamos en período de pericias”. El tiempo de ejecución de las obras en este edificio fue estimado en 60 días, mientras que el peritaje final del de Mitre 1232 se desarrollaría esta semana y no demandára “más de 10 días”, calculó  Nicolás. En cuanto a la calle cortada al tránsito, por el peligro que las vibraciones puedan generar en el edificio, consideró que “el daño a los comerciantes es relativamente pequeño, son un número muy acotado.”
“Que imputen a Ibáñez e investiguen a Macri”
A un mes del derrumbe, los propietarios aún no cobraron las indemnizaciones de la ley que falta instrumentar, la calle continúa cortada al tránsito, las ventas de los comercios bajaron casi un 50%, no se sabe si el edificio será enteramente demolido y el de Libertad 70 tiene para dos meses de obras.
Además, no hay culpables efectivos por lo sucedido. La investigación que lleva adelante la fiscal de instrucción Betina Vota marcha lentamente, y unos diez vecinos advirtieron que continuarán con sus querellas contra el arquitecto Ezequiel Rivarola, la constructora que contrató para la excavación y los funcionarios porteños.
Mariano Bergés, que patrocina a Mónica Nizzardo y otros cuatro propietarios, comentó que “la causa en este momento está orientada a ordenar los peritajes, a ver si se puede o no entrar a lo que quedó del edificio. Dejarlos retirar cosas aflojaría mucho la situación”.
Javier Miglino, abogado de María del Carmen Pizzorno (la jubilada del 7º A que necesita retirar un medicamento para la psoriasis que no se consigue en el país), sostuvo que “el lugar está desprotegido, y también hay temor de que pase fin de año y esto se olvide. Queremos que se impute a la AGC, a su director Javier Ibañez, y que se investigue a Macri, porque ya es el tercer derrumbe con muertos en un año, con Villa Urquiza y Beara. Tres tragedias evitables. Acá, en septiembre, un inspector pidió verificar la obra por dos edificios antiguos linderos de importante altura, y eso nunca se hizo. Siempre sucede lo mismo, se caen los edificios porque se quiere ahorrar tiempo y dinero. Y lo de Madueña merece una investigación profunda, porque puede llevar a una carátula de homicidio culposo”.
Sobre el arquitecto Ezequiel Rivarola, Bergés opinó que “si no tiene nada que ver, hubiera hablado y dado todas la explicaciones. En cambio, se llamó a silenzio stampa, y los silencios también significan.
http://tiempo.infonews.com/notas/vecinos-sin-respuestas-mes-del-derrumbe-este-fue-nuestro-11-s
fuente http://tiempo.infonews.com/notas/vecinos-sin-respuestas-mes-del-derrumbe-este-fue-nuestro-11-s

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