miércoles, 11 de enero de 2012

CABA la asesina de Rodolfo

Crónicas de verano: Rodolfo Walsh en Mar del Plata y el periodismo militante

El gran Rodolfo Walsh habría cumplido ayer 85 años. Nació un 9 de enero de 1927 en Lamarque, Río Negro. En 1971, ya toda una personalidad literaria y política, pasó por Mar del Plata invitado por el Sindicato de Prensa. Era un 7 de junio, día del Periodista.
Por José Luis Ponsico| La invitación la formuló Amílcar González, secretario general del Sindicato de Prensa de Mar del Plata, amigo de Walsh y admirador de su obra política, de estilo y por la calidad narrativa.
El visitante no quiso que le mandaran pasajes de avión. “Voy en ´El Cóndor´, el sindicato de ustedes hace todo a pulmón”, dijo.
“Operación masacre”, brillante investigación política -quizá la más leída de nuestra historia- dejó a la intemperie el comportamiento de la Justicia en tiempos de la “Revolución Libertadora”. Walsh llegó a las 8, estuvo dos horas en un café contando por enésima vez los avatares de la célebre investigación con Enriqueta Muñiz.
La descripción giró en torno a civiles (militantes peronistas) fusilados el 10 de junio del ´56 bajo errónea aplicación de Ley Marcial. Por entonces, Amílcar González, 17 años, se aprestaba a ingresar a la Universidad de La Plata. Estaba muy lejos de imaginar su parábola marplatense y de amistad con Walsh en “el peronismo combativo”, como se decía.
Walsh, 28 años, autor poco conocido de novelas policiales, sin militancia política, trabajaba en una editorial de La Plata. Los episodios lo transformaron en virtual investigador político apoyado por su talento literario. Luego, escritor de leyenda. Veinte años después, militante Montonero, masacrado por la Armada.
En diciembre del ´56, tarde calurosa en pleno centro de La Plata, un amigo se acercó al escritor y en medio de una partida de ajedrez, lo impactó con una sentencia. “Conozco un fusilado que vive”, le dijo. Walsh debió abandonar el tablero.
“Rodolfo, se llama (Juan Carlos) Livraga y vive pegado a la casa de mí hermana”, siguió ante la azorada mirada del autor de “¿Quién mató a Rosendo ?” otra maravilla de reseña e investigación política. Todo mientras jugaba discretamente al ajedrez en un bar del centro platense. Destacaría en el ´57 a Bernardino Hueyro, juez penal de primera instancia, por su valentía en la denuncia Livraga.
El magistrado produjo una investigación judicial donde constató con testimonios de damnificados y familiares de víctimas de fusilamientos a civiles (militantes peronistas) en las jornadas del 9 y 10 de junio de 1956. La clave: no les correspondía la aplicación de la Ley Marcial.
Para Rodolfo Walsh con el expediente del Dr.Hueyro, centenares de fojas, declaraciones y varios cuerpos de fatigosa causa judicial, caía medio gobierno militar de Pedro Aramburu e Isaac Rojas. Ahí es, entonces, cuando aludió al capítulo de la Justicia “Ciega”, en su charla del 7 de junio del ´71
Desmitificó a la eminencia del Derecho Penal argentino, Dr. Sebastián Soler: puesto a dirimir la investigación del juez Hueyro -tomada en base por la doctrina penal- declaró la “incompetencia” del magistrado y produjo dictamen a favor de la Justicia militar. Zafaron todos.
Walsh, invitado por Amílcar González, ante un centenar de militantes políticos y periodistas en la antigua sede del club Racing, un frío sábado, “dictó sentencia”. La que adquirió enorme difusión 40 años después: aludió al “periodismo militante” cuando las empresas son corporativas y tienen entre sus filas formadores de opinión “propios”.
“Debí pasar a la clandestinidad bajo el nombre de Francisco Freyre y dando vueltas con varios capítulos escritos que nadie quería publicar”, comentó aquella vez. “Recuerdo haber reproducido el testimonio del comisario inspector Rodolfo Rodríguez Moreno, indagado por el juez a partir de la investigación periodística”, puntualizó.
“Agrega el declarante que la comisión encomendada era terriblemente ingrata para el que habla, pues salía de todas las funciones específicas de la policía”, reprodujo Walsh en su reseña. “Se trataba de los diez o doce fusilados a la madrugada sin sumario ni juicio previo”, explicó.
En el`76, las coordenadas de Walsh y González patentizaban a la Justicia marplatense en plena dictadura militar. Ni camaristas, tampoco jueces de primera instancia, ni los fiscales y la mayoría de los abogados “profesionalistas” hicieron nada. Centenares de Habeas Corpus por presos políticos. Trescientos de ellos, “ejecutados”. Ninguno respondido.
Mar del Plata asistió a decenas de “operativos” paramilitares, incrementados con el apoyo de la Policía bonaerense. Esa cuasi organización criminal en un par de años arrasó con más de dos centenares de jóvenes militantes políticos, universitarios, todos llevados a la muerte.
Amílcar González fue uno de los primeros secuestrados, el 25 de marzo. Torturado, dado por muerto, alojado en la Seccional Cuarta de Policía, sobrevivió. Preso político durante dos años, pudo salir del país en abril del ´78, solicitado por organismos internacionales. Vivió en Venezuela.
En abril de 2001, ante el Tribunal Oral Federal, brindó un testimonio inolvidable. Entre tantas cosas puso de manifiesto la “indiferencia” de la Justicia marplatense ante el horror que se vivía en pleno régimen militar. Su declaración generó una fuerte polémica. Walsh, versión 1957.
Entre las cosas que se ventilaron ante la Cámara Federal local, el recuerdo de la dictadura y su implicancia, llevó a un episodio no muy conocido: la llegada del temido general Ramón Camps a Mar del Plata para reunirse con los camaristas y hacerles saber “las reglas del juego”, evocó Amílcar fallecido en junio 2004, víctima de una enfermedad incurable.

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